La menopausia es el momento en que los ovarios dejan de funcionar, tras lo cual ya no hay ovulación, menstruación ni producción de tres hormonas clave -estrógenos, progesterona y testosterona– y las mujeres ya no pueden quedarse embarazadas espontáneamente.
Las experiencias de las mujeres a lo largo de la perimenopausia y la posmenopausia son muy variables. Como la edad de la menopausia espontánea y el tipo e intensidad de los síntomas experimentados. Entonces, ¿es la menopausia una etapa importante del envejecimiento en los animales?
Curiosamente, casi todos los demás animales conservan la capacidad de reproducirse durante toda su vida. Aparte de los humanos, sólo se sabe que las hembras de ballenas dentadas (beluga, piloto de aleta corta, orcas y narvales) pasan por la menopausia.
Entonces, ¿por qué los humanos son casi los únicos que experimentan la menopausia? Aún no se comprende del todo, pero -en términos evolutivos- debe haber una razón por la que las hembras humanas se han desarrollado para dejar de reproducirse y seguir viviendo después.
Una teoría es la «hipótesis de la abuela», que sugiere que las hembras mayores no reproductivas benefician al grupo; por ejemplo, pueden concentrarse en buscar comida y cuidar a los bebés de las madres más jóvenes, y no pueden producir crías que supondrían una competencia directa para los descendientes.
También hay beneficios para el individuo, como la transición de los patrones hormonales cíclicos a un patrón estable, el cese de los periodos y del dolor y las hemorragias que los acompañan, y la eliminación de la preocupación por el embarazo.
En los seres humanos, los ovarios permanecen inactivos en los primeros años de vida hasta la pubertad, de forma similar a los testículos. Sin embargo, a diferencia de los testículos, los ovarios son el tejido que envejece más rápido, hasta cinco veces más que el resto. Obviamente, esto es importante, aunque todavía no sabemos por qué. Se está investigando mucho al respecto para entender qué ocurre a nivel celular y por qué.
Podría ser que la menopausia confiera beneficios biológicos que aún no hemos identificado. Pero también es posible que la evolución haya hecho irrelevante el motivo de la menopausia, y ahora no nos aporte ningún efecto positivo. Podría ser un resabio de nuestros antepasados, a los que la evolución humana no ha alcanzado biológicamente para retrasar la menopausia, o incluso detenerla.
Y, si ese es el caso, ¿quizás podríamos acelerar el proceso y retrasar la menopausia mediante una intervención médica, o incluso evitarla por completo?
Los efectos biológicos negativos de la menopausia están relacionados con la reducción de las hormonas y, en particular, con los bajos niveles de estrógenos. En las mujeres, se sabe que tiene un impacto negativo significativo en la salud a largo plazo, afectando a la función ósea, cerebral, cardiovascular e inmunitaria, lo que a su vez puede provocar multitud de enfermedades crónicas.
Las mujeres tienen una esperanza de vida más larga que los hombres, pero la salud no se mantiene a lo largo de toda la vida. Las principales causas de mortalidad femenina en el Reino Unido son la enfermedad de Alzheimer y otras demencias y las enfermedades cardiovasculares.
Pero este efecto negativo disminuye en las mujeres que tienen una menopausia tardía, definida como la que se produce después de los 55 años. Su salud ósea, cerebral y cardiaca mejora, y su longevidad aumenta en comparación con las que tienen la menopausia antes.
Sin embargo, los estudios demuestran que las mujeres con una exposición prolongada a los estrógenos naturales (es decir, las que tienen una pubertad precoz y/o una menopausia tardía) tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de mama, útero y ovarios, que están asociados a los estrógenos. Así pues, la exposición prolongada a los estrógenos en estas circunstancias no está exenta de riesgos y parece que se necesita un delicado equilibrio.
Aunque retrasar la menopausia se considerara una buena idea, ¿cómo hacerlo exactamente?
En primer lugar, debemos entender qué desencadena la menopausia. Las investigaciones de Jennifer Garrison, profesora asociada del Instituto Buck de Investigación sobre el Envejecimiento y del Consorcio Global de Longevidad Reproductiva e Igualdad, sugieren que la menopausia se inicia por señales del cerebro, en particular del hipotálamo. Están explorando estas complejas señales, que implican neuropéptidos enviados desde el cerebro a los ovarios, que podrían iniciar el proceso de «desconexión» que conduce a la menopausia.
En la actualidad, muchos de los circuitos neuronales físicos del cerebro están cartografiados. Sin embargo, la compleja comunicación en estas vías necesita aclararse. ¿Qué, cuándo y dónde se transmiten estos mensajes y qué los regula?
Si esto se entiende, existe la posibilidad de retrasar o desactivar esta vía de señalización, lo que permitiría a los ovarios seguir funcionando. De este modo, no se produciría un descenso de los niveles hormonales, lo que retrasaría y posiblemente evitaría los efectos adversos sobre diversos órganos femeninos y el proceso de envejecimiento.
La ciencia básica y la biotecnología trabajan cada vez más sobre la vía cerebro-ovario y la función endocrina ovárica, que es independiente de la puramente reproductiva. Estos trabajos se centran en disfunciones hormonales como el síndrome de ovario poliquístico, la endometriosis y la infertilidad. Sin embargo, sus resultados ayudarán a comprender mejor la función ovárica, la menopausia y el envejecimiento.