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Vuelco en la economía de la Eurozona: Alemania se ‘estrella’ mientras que España, Portugal y Grecia ‘despegan’

EconomiaVuelco en la economía de la Eurozona: Alemania se 'estrella' mientras que España, Portugal y Grecia 'despegan'

Son tantos los factores y variables en juego, que resulta casi imposible predecir lo que va a suceder en la economía, al menos, en el corto plazo. Tras años de dominio absoluto gracias a una industria potente y un mercado laboral que ha funcionado casi a la perfección, la economía de Alemania se enfrenta a la recesión. Por el contrario, los países del sur de Europa, que parecían condenados al estancamiento y al infortunio económico tras la crisis del covid, van a liderar el crecimiento del euro, al menos, hasta 2024. Aunque la brecha aún sigue siendo enorme (Alemania tiene un PIB per cápita casi 20.000 euros superior al de España), la guerra de Ucrania y el fin del covid han provocado un giro en la dirección de las economías del euro.

El vuelco que se ha producido ha sido asombroso. En 2020 y 2021, los países con una economía muy intensiva en el sector servicios (sobre todo en las ramas de menor valor añadido y turismo) parecían condenados a reconvertirse. Todo hacía indicar que la pandemia había cambiado los patrones de consumo para siempre, con un giro hacia de los bienes en detrimento de los servicios. Los países más industriales del euro parecían encontrarse en la mejor posición a medio plazo, lo que iba a incrementar la brecha de riqueza dentro del euro peligrosamente.

Sin embargo, ahora la situación parece radicalmente opuesta. A raíz de la reapertura tras el covid, los consumidores han dejado de lado la compra de bienes de consumo duraderos para dedicar una mayor parte de su renta a los servicios (ocio, restaurantes, turismo). Pese a que los precios en estas ramas de la economía se están disparando y la incertidumbre es máxima a nivel global, nadie parece dispuesto a renunciar a sus vacaciones o a salir de cañas un viernes por la tarde. A su vez, los datos de contabilidad nacional del primer trimestre revelan que los turistas no paran de llegar a los países del sur, incluso para pasar solo un fin de semana. Esto está generando una fuerte divergencia entre el sector servicios (crece con intensidad) y el sector industrial (que además sufre la crisis energética producto de la guerra de Ucrania), lo que está beneficiando, en términos relativos, a los países con economías más orientadas a estas ramas. El ‘indestructible’ modelo alemán no es intocable.

A su vez, esto está teniendo un impacto notable en el PIB. Ya en 2022, España, Portugal, Grecia y Chipre encabezaron el crecimiento en la zona euro (excluyendo el singular caso de Irlanda, cuyas tasas de crecimiento están muy ligadas a los beneficios de las multinacionales establecidas en la isla). Hay que admitir, como señalan los expertos, que lo de 2022 ha sido en parte también por el ‘efecto rebote’ que ha generado la fuerte caída del covid en estos países. Sin embargo, lo destacable es que esta tendencia parece continuar. Las previsiones del FMI también colocan a los ‘PIGS’ entre las economías de mayor crecimiento del euro en 2023 y 2024.

España, Portugal y Grecia van a crecer mucho más rápido que Alemania, Austria o Finlandia. De hecho, ya lo hicieron en 2022, con una tasa de variación del PIB que casi duplicó a la media de la zona euro, que fue del 3,5%. Ahora, aunque el ritmo de la recuperación pierde intensidad, la tendencia continúa. El consenso de los analistas de Bloomberg otorga a España a un avance del 1,4% este año, a Grecia un 1,15 y a Portugal un 1%. Frente a esos avances, Alemania se estancará (e incluso podría caer en recesión), la economía de Finlandia se contraerá un 0,35%, mientras que Austria crecerá un pírrico 0,5%.

Más apabullante son los datos de PIB ya publicados por Eurostat en el primer trimestre de este año. España fue el país que más creció con una tasa de variación interanual del 3,8%, justo por delante de Portugal, que ha crecido un 3% (faltan los datos de Grecia) e Italia un 1,8%. Por el contrario, Alemania ha sufrido una tasa negativa del -0,1%, Finlandia (tampoco ha publicado datos) está ya en recesión, mientras que Austria es el único que se salva con un avance del 1,8% (igualando a Italia, el peor de los ‘PIGS’), que no está mal, pero aún queda muy lejos de las tasas de España y Portugal.

Los economistas de Berenberg preguntan en una nota «¿recuerdan los tiempos en que algunos analistas usaban el término despectivo ‘PIGS’ (cerdos en inglés) para la periferia sur de la Eurozona (Portugal, Italia, Grecia y España)? A juzgar por los últimos datos de PIB, la periferia se ha convertido en el motor de crecimiento de la Eurozona».

Aunque los datos griegos aún no están disponibles para el primer trimestre, Grecia ya había mostrado su fortaleza ampliamente el año pasado, con un aumento del 6,1% en el PIB real en 2022. En España, las buenas noticias para el primer trimestre se deben principalmente a un efecto de recuperación posterior a la pandemia. Grecia, Portugal y, en menor medida, Italia se están beneficiando de las reformas más el apoyo de los fondos de la UE, aseguran desde Berenberg.

Estos países que están presentando ahora un mayor crecimiento tienen algo en común: el bajo peso de la industria en su estructura económica y el mayor peso relativo del sector servicios, sobre todo de las ramas de bajo valor añadido y que están más concentradas en actividades que requieren el contacto social. Es decir, todo lo que parecía muerto hace dos años es lo que se está demandando más en estos momentos; lo que fue la gran debilidad de la periferia en 2020 es ahora la gran fortaleza. Esto no quiere decir que el modelo del sur sea sostenible ni el más adecuado, simplemente que en el corto plazo va a permitir a estos países crecer más y reducir la brecha de PIB.

Mientras que en los países del sur de Europa tienen gran impronta, por ejemplo, los ligados al turismo, en otros como Alemania destacan los servicios de alto valor añadido basados en el conocimiento, que tienen un fuerte impacto en la economía alemana, ya que contribuyen en torno al 30% al valor añadido bruto. Los servicios informáticos, la investigación y el desarrollo, así como las industrias de la logística y las comunicaciones son algunos ejemplos.

La brecha también se evidenció en los últimos PMI (índices de gestores de compras) publicados la semana y relativos a abril. Según los datos definitivos de S&P Global, la economía de la Eurozona crece a dos velocidades, con la diferencia entre los PMI de servicios y manufacturas en un máximo histórico de 10,4 puntos, siendo los países del sur de Europa los que están demostrando tener un mejor impulso. Las cifras confirman un panorama en el que la actividad de la región muestra dos caras: una de declive del sector manufacturero y de la construcción, que contrasta con la otra de unos servicios cada vez más sólidos.

En Italia, donde no se publicaron datos preliminares, el PMI compuesto se mantuvo prácticamente sin cambios en abril, en 55,3 desde el 55,2 del mes anterior. Pero el componente de servicios subió a 57,6 desde 55,7, su valor más alto desde el repunte posterior a la pandemia, lo que confirma que el crecimiento está cobrando ritmo a pesar del endurecimiento financiero en curso.

En España, el PMI compuesto bajó 1,9 puntos hasta 56,3, con el subcomponente de servicios cayendo de 59,4 a 57,9, pero beneficiándose de la boyante demanda externa. «En ambos países, las expectativas del mercado laboral están mejorando notablemente, con la creación de empleo ganando ritmo y registrando los valores más altos en años», señala Paolo Grignani, economista sénior de Oxford Economics.

El principal motor del crecimiento en España ha sido el turismo. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la semana pasada los datos relativos al número de visitantes internacionales en el mes de marzo. Los datos muestran que España recibió 13,7 millones de visitantes internacionales en el primer trimestre, lo que representa un aumento del 42% respecto al año pasado. Esto sitúa el número de visitantes internacionales en el primer trimestre en el 96% de los niveles anteriores al covid. «Suponiendo que esta tendencia continúe, se espera que este año viajen a España nueve millones de visitantes más que el año pasado, lo que serviría como un importante catalizador de crecimiento para la economía española», destaca Wouter Thierie, economista de ING. Tras un primer trimestre más fuerte de lo previsto, desde el banco ‘naranja’ han revisado al alza su previsión de crecimiento para este año del 1,5% al 1,7%.

En lo tocante a Italia, desde ING esperaban que la economía italiana evitara una recesión, pero el alcance de la expansión en el primer trimestre les ha resultado, sin duda, «sorprendente». Pese a que los datos más recientes pintan un panorama más halagüeño para la industria, en el banco holandés siguen convencidos de que en el primer trimestre el principal motor del crecimiento fueron los servicios, impulsados también por los sólidos flujos turísticos.

En cuanto a la demanda, Paolo Pizzoli, economista de la firma para Italia y grecia, sospecha que la normalización de las cadenas de suministro podría haber desempeñado un papel más importante de lo previsto, proporcionando un impulso adicional a través del canal de las exportaciones. Además, agrega, tras haber contribuido de forma marcadamente negativa en el cuarto trimestre de 2022, una fuerte disminución de la acumulación de existencias también podría haberse convertido temporalmente en un potente motor del crecimiento.

Alemania y la industria

La otra cara se ve en Alemania. Pese a que los servicios también copan la mayor parte del PIB y el empleo (más de un 70% de la población activa trabaja en el sector terciario), el país ha sido y es aún el baluarte industrial de Europa, convirtiéndose por derecho propio en epítome del sector manufacturero en la región.

Por eso son tan reveladores los últimos datos industriales de Alemania, que telegrafían que la hasta ahora ‘locomotora’ europea puede no haberse librado de la recesión técnica tras el invierno. La producción industrial se situó en el -3,4% intermensual en marzo, frente al 2,1% intermensual de febrero. La producción de los sectores intensivos en energía cayó un 3% intermensual y sigue siendo un 13% inferior a la de marzo de 2022. La actividad en el sector de la construcción cayó casi un 1,5% intermensual. Aunque la mayoría de las principales categorías registraron caídas en marzo, la industria automovilística fue una de las más débiles. Esto último es revelador en el sentido de que se trata de un sector clave en la región.

«La última tanda de datos económicos duros de la industria alemana es un claro recordatorio de que nunca hay que contar los pollos antes de nacer. Tras un fuerte repunte en febrero, casi todos los datos duros se desplomaron en marzo», resume Carsten Brzeski, estratega también de ING. Estas perspectivas aumentan el riesgo de que la economía alemana acabe en recesión invernal después de todo. Brzeski contempla una reducción a la baja de la cifra de PIB del primer trimestre: fue del 0% y una revisión a la baja ya implicaría dos cuartos seguidos de contracción (recesión técnica), ya que la economía se contrajo un 0,5% en los últimos tres meses de 2022.

«De cara al futuro, el panorama para la industria alemana sigue siendo desigual: estos últimos datos son tan débiles que cabe esperar algún tipo de repunte a corto plazo. Sin embargo, desde un punto de vista más estructural, las expectativas de producción han vuelto a debilitarse, las carteras de pedidos se han adelgazado y las existencias siguen siendo elevadas. Si a esto añadimos el impacto del endurecimiento más agresivo de la política monetaria en décadas y la ralentización prevista de la economía estadounidense, que afectará a las exportaciones alemanas, las perspectivas no son nada halagüeñas. Además de estos factores cíclicos, la guerra de Ucrania, el cambio demográfico y la actual transición energética pesarán estructuralmente sobre la economía alemana en los próximos años», ahonda Brzeski.

El Zeitenwende o cambio de era

Esta coyuntura sigue golpeando al tradicional modelo económico alemán, poniendo más en el foco lo que se ha venido denominando el Zeitenwende (punto de inflexión histórico). «La guerra en Ucrania pone fin al modelo económico alemán tal y como lo conocíamos, un modelo que se basaba principalmente en las importaciones de energía barata y en las exportaciones industriales a un mundo cada vez más globalizado. Por supuesto, todo es posible, pero no parece que este mundo vaya a volver pronto. En cambio, Alemania debe reducir su dependencia energética e intensificar la transición ecológica. También tiene que adaptarse a un mundo de friendshoring, en el que los servicios sustituirán cada vez más a las exportaciones industriales», exponía el propio Brzeski hace meses.

«Para mantener la competitividad global y poner en marcha sus perspectivas de crecimiento, Alemania necesita un Zeitenwende (cambio de paradigma) más allá de la política exterior y de seguridad. Con la ralentización de la globalización -o su conversión en friendshoring-, la economía debe adaptarse a un mundo en el que los servicios adquieren mayor importancia que las exportaciones industriales. La intensificación de las inversiones en infraestructuras, la digitalización y la transición ecológica ofrecen un resquicio de esperanza para las perspectivas de crecimiento», coincidía en aquel momento Aila Mih, economista sénior para Europa de Danske Bank.

«Alemania busca un nuevo modelo de crecimiento, ya que el anterior motor de crecimiento -su industria- está en declive secular desde 2018. La producción industrial alemana ha caído más de un 10% respecto a la tendencia de 2010-19. No es de extrañar que suenen las alarmas y se cocinen las subvenciones en Berlín», apunta Daniel Kral, también de Oxford Economics.

Kral también ve implicaciones políticas en esta tendencia: «Alemania está firmemente en curso de declive relativo, ya que se espera que todas las principales economías de la eurozona crezcan más rápido en los próximos años. La voz decisiva de Alemania en el marco de macrogobernanza de la UE se ha basado en su fuerte economía. Ya no».

En un término medio se sitúa Francia, que sí registró un avance de PIB en el primer trimestre, pero más contenido que sus vecinos del sur. En el caso galo, la actividad se vio favorecida por el aumento de la producción manufacturera (+0,7% intertrimestral), debido en parte a la mayor producción de material de transporte. Por su parte, la producción energética creció gracias a un menor número de huelgas en las refinerías que en el cuarto trimestre y a la reapertura de algunas centrales nucleares. «Francia siempre ha tenido más posibilidades que Alemania de capear el temporal energético, por ejemplo, porque utiliza menos gas, y está menos expuesta que muchos países al endurecimiento de la política monetaria, debido a la prevalencia de las hipotecas a tipo fijo», reseñaban desde Capital Economics al conocerse los datos.

ING: «Nos sigue preocupando la perspectiva de que el crecimiento en España se suavice en el segundo semestre. Aparte del turismo, hay pocas razones para ser optimistas»

Pese a estas perspectivas, el optimismo respecto al sur también incluye sus cautelas. «En conjunto, las cifras muestran que la economía de la eurozona se mueve a dos velocidades, con la brecha entre servicios y manufacturas en máximos históricos. Sin embargo, creemos que el endurecimiento de las condiciones financieras acabará por repercutir en la demanda y que esta brecha se reducirá» advierte Grignani, de Oxford Economics.

«Preocupantemente, y a diferencia de otros países de la eurozona, los precios de los insumos y la producción siguen mostrando fuertes presiones inflacionistas, con los costes laborales convirtiéndose en una carga cada vez mayor para las empresas italianas y españolas», alerta también.

En ING son más lacónicos. Centrándose en España, sentencian: «Nos sigue preocupando la perspectiva de que el crecimiento se suavice en el segundo semestre. Aparte del turismo, hay pocas razones para ser optimistas».

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